martes, 10 de diciembre de 2019

Las manecillas del girasol.

      Sí algo pudiera parecerse a morir seguramente tendría que ver con despedirse del lugar que amas.

     Se cumplían 7 años desde que la terraformación de la Luna comenzó, y me resultaba difícil pretender que ese lugar era como aquella tierra llena de vida que abandonamos. Todo aquí nos llevó a mutar a una versión extraña de nosotros; un claro ejemplo de esto fue el asesinato del Sr. Mirello. Un asunto que debía ser resuelto antes del anochecer, de ello dependía la estabilidad de la colonia.

     Miré la última fotografía que le tomaran a Mirello, había cinco sujetos en ella, cada uno sonreía, pero él más aún, que sostenía un girasol en sus manos. Se podía intuir en su cuerpo un cierto grado de embriaguez, ya que festejaban las primeras cosechas no importadas de girasoles, un gran avance para la colonia. Nadie parecía sospechoso; la sonrisa de las hijas, la calma del esposo de Mirello y lo taciturno característico de las unidades de cultivo automatizadas. Nada, nada daba indicios de que quisieran arrebatarle la vida así. En la escena nos encontramos con su cuerpo tendido sobre la escalera del Ministerio de Terraformación, en su rostro se veía terror. Es difícil causarle terror a quien viajó por todo el sistema solar en busca de nuevos territorios para albergar a su especie; muchas cosas allí afuera pueden hacerte repensar sí acaso no es todo una pesadilla: la enormidad de las estrellas vistas de cerca, la sensación de extrañeza al atravesar una atmósfera de colores inimaginables, las lluvias ácidas, los demonios del noveno planeta. Nada en la luna pareciese ser capaz de causarle tanto pavor a un hombre que conocía los misterios más insondables de los astros.
   
    Me levanté de la silla y me acerqué a la ventana, algo pasaba en los campos. Corrí atravesando las compuertas para llegar a los laboratorios, un oficial me detuvo y me informó: "Señor, los girasoles se han rebelado, mataron a dos científicos y destrozaron todas las máquinas de cultivo, debemos activar el protocolo de migración".

     Nadie, ni siquiera yo, hubiera imaginado que los girasoles pudieran tener vida durante la noche y un mal genio capaz de asolar nuestra existencia de tal manera que ahora estemos rumbo a un nuevo lugar parecido a la tierra de la que vinimos.

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